Berta Segura Sánchez, después de haber
preparado el local donde INRI CRISTO ayunó en Santiago de Chile, procuró
también la confección de la primera túnica.
Difícil fue hallar el tejido que ella,
inspirada por DIOS, hubo
recomendado. Después de incontables búsquedas infructíferas, ya
desesperanzadoras, encontraron finalmente, cerca de donde ella vivía, la última
parte de una pieza de lino puro y blanco, exactamente igual al indicado.
Profesora de filosofía jubilada, Berta
Sánchez nunca había confeccionado una túnica. Sin embargo, afirmó haber
recibido espiritualmente el orden para
coser la túnica de INRI CRISTO. Y, mientras cosía la primera túnica del Hijo de
DIOS, emocionada, lloró y dijo que tenía absoluta certeza de que ya había hecho
una túnica exactamente como aquella; sabía, igualmente, que no fuera en esta vida.
Una vez concluido el trabajo, INRI CRISTO recibió de las manos de Berta Sánchez
su primera túnica y constató que esta era rigurosamente igual a la que usaba
cuando se llamaba Jesús. "Él me
glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo que el PADRE tiene es mío. Por eso os dijo
que él tomará de lo mío y os
lo anunciará a vosotros"(Juan c.16 v.14-15).
El Manto
En Chile, la misma mujer que ofreció
la casa donde INRI CRISTO hizo su primer ayuno, la misma que le hizo la primera
túnica, fue quien le entregó el manto.
Berta Sánchez y su marido, Domingo
Sánchez, hicieron un viaje al interior de Chile. Hasta entonces, ninguno de los
dos sabía el motivo del viaje. En una pequeña ciudad encontraron, con unos
artesanos campesinos, un manto de pura lana, aún con su color natural. Impelida
a comprar el manto, Berta Sánchez comprendió el motivo del viaje.
Sin embargo, surgió una duda: aquel
manto no tenía utilidad. ¿Por
qué comprarlo? Intuitivamente, sabían que él tenía un gran significado, lo cual se los había sido revelado ulteriormente.
Quince años más tarde, cuando INRI
CRISTO terminó el primer ayuno, después de haberle hecho la túnica, estando muy
frío, Berta se acordó del manto, lo recogió y lo colocó sobre los hombros del
Hijo de DIOS, diciendo: "Maestro, este es tu manto." INRI
CRISTO quiso rechazar, porque el color de la lana natural no agradó sus ojos,
pero ella insistió: "Tiene que ser este. ¡El manto es necesario!"
Desde aquel momento, el manto acompaña
INRI CRISTO. INRI sabía de la importancia del manto, sin embargo el color no
estaba correcto. Como no tiene gana propia, INRI esperó que el color lo fuera revelado por DIOS.
En Francia, en Montataire, en el Hotel
"Quatre As", al salir del baño, INRI puso la toalla en los hombros y,
parado delante del espejo, vio el rostro de DIOS. En una sonrisa, el SEÑOR,
refiriéndose a la tal toalla, que era del color escarlata, le dijo: "Es
así que será tu manto, este es el
color correcto". INRI CRISTO no sabía, sin embargo, como obtener tal
colorido. Pero confió en lo que su PADRE le había dicho.
Intentó lo teñís en Paris, Beauvais, en Amiens, en Montataire, pero sólo oyó respuestas
negativas. Argumentaban que la lana de carnero, en contacto con el calor,
encogería. De allá partió para Bergerac. Estaba andando en la calle cuando, de
pronto, entró en una tintorería y preguntó si podrían teñir su manto. El "no" de las veces
anteriores fue nuevamente oído como respuesta. Pero la dueña de la tintorería,
oyendo la voz de INRI, se aproximó y dijo que iría lo teñís desde que él le
mostrara el color. Y INRI, vendo encima del mostrador un plumero nuevísimo,
rojo escarlata, le dijo: "Es este color".
La mujer se ofreció y efectivamente
consiguió lo teñís en el color correcto. Fue así
que INRI CRISTO, finalmente, obtuvo completo su manto.
Quien divulgar este mensaje será agraciado con bendiciones del
cielo.
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